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Poema » la elección» y «politícos» un relato surrealista

animalesEl león falleció ¡triste desgracia!
Y van, con la más pura democracia,

A nombrar nuevo rey los animales.
Las propagandas hubo electorales,

Prometieron la mar los oradores,
y aquí tenéis algunos electores:

Aunque parézcales a Ustedes bobo
Las ovejas votaron por el lobo;

Como son unos Buenos corazones
Por el gato votaron los ratones;

A pesar de su fama de ladinas
Por la zorra votaron las gallinas;

La paloma inocente,
Inocente votó por la serpiente;

Las moscas, nada hurañas,
querían que reinaran las arañas;

El sapo ansía, y la rana sueña
Con el feliz reinar de la cigüeña;

Con un gusano topo
Que a votar se encamina por el topo;

El topo no se queja,
más da su voto por la comadreja;

Los peces, que sucumben por su boca,
Eligieron gustosos a la foca;

El caballo y el perro, no os asombre,
Votaron por el hombre,

Y con dolor profundo
Por no poder encaminarse al trote,
arrastrábase un asno moribundo
A dar su voto por el zopilote.

Caro lector que inconsecuencias notas,
Dime: ¿no haces lo mismo cuando votas?

partidos politicos
RAFAEL CARO PALMA
A menudo sueño con políticos: es una pesadilla recurrente que me provoca un insomnio feroz
A menudo sueños con políticos. Están en campaña electoral. Van por pueblos y ciudades, saludando a la gente. Reparten abrazos a discreción. Sonríen como hienas.

Critican en el adversario lo que en ellos son grandes cualidades. Hacen promesas que saben a ciencia cierta que jamás cumplirán. Toman en sus brazos a los niños pequeños y los besan intentando demostrar a la audiencia cuán buenas personas son, rebosantes de los más puros sentimientos.

Hablan y hablan sin parar. Y mienten. Constantemente. Cuanto más hablan, más mienten. Hablan de crear puestos de trabajo, de defender el sistema público de pensiones, la escuela pública, la sanidad pública, la cultura. Todo mentira. Una gran mentira. En realidad todo eso se la trae floja. Al final acabarán haciendo todo lo contrario de lo que habían prometido.

También visitan fábricas sin parar: de pan, de coches, de muebles, de ladrillos. Da igual. Lo importante es visitar una fábrica. Para muchos de ellos, esas serán las únicas fábricas que van a pisar en sus putas vidas. Otras veces van a los mercados y allí reparten besos, saludos y propaganda electoral. Papeles que nadie va a leer y que cuestan una pasta gansa.

Otras veces los veo hablando en mítines. Palabras huecas, vacías, con las que echan la culpa de todo a los demás: al gobierno anterior o al gobierno que llegará, o al copón bendito. Eso es lo de menos. Cualquier cosa con tal de no admitir sus errores, sus fracasos, sus incompetencias, sus miserias.

A menudo sueño con políticos. Terribles pesadillas. Vienen hacia mí con sus trajes de diseño y sus rostros artificiales a pedirme que los vote, porque si les doy mi voto, si deposito en ellos mi confianza (esta es una frase que se repite una y otra vez en mi sueño), mi vida será mucho mejor de lo que haya imaginado jamás.

Se acercan a mí con sus eslóganes artificales, frases hechas que no sgnifican una mierda, y que ha inventado algún cerebrito en un despacho equipado con las más modernas tecnologías. Evidentemente se trata de algún espabilado que no tiene ningún contacto real con la calle, con los problemas de la gente o con el sufrimiento cotidiano de los que tienen que salir a diario a buscarse la vida.

No obstante, a ellos, a los políticos, todo esto les da igual. Ellos seguirán acercándose a mí con la intención de embaucarme como si fuera subnormal.

Lo malo de todo esto es que cuando despierto, los políticos siguen allí, sonriendo, pidiendo mi voto, prometiendo y mintiendo. Y no hay forma de escapar de ellos.

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